Declaración de los Obispos Socios de la Comunión de Baltimore (July 25, 2022)
“Por eso no nos desanimamos, porque Dios, en su misericordia, nos ha encargado este trabajo” (2 Cor. 4, 1).
Escribimos como Obispos Compañeros en Comunion resentes en la 80a Convención General de la Iglesia Episcopal celebrada en Baltimore del 7 al 11 de julio de 2022. Las palabras de San Pablo a la Iglesia en Corinto son una inspiración para nosotros, mientras reflexionamos sobre nuestra experiencia y dirigimos una palabra de aliento a los miembros de nuestra propia Iglesia. Creemos que existen desafíos y motivos de esperanza al ejercer nuestros ministerios como obispos en la Iglesia de Dios.
La fuente de nuestra esperanza es la misericordia de Dios, manifestada en la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, y en su segunda venida. Este es el fundamento de la vida de la Iglesia y de todo el ministerio. Es la buena nueva que todo miembro de la Iglesia es enviado a anunciar, en el poder del Espíritu Santo.
Esta Convención se vio desafiada por los efectos continuos de la pandemia, lo cual impuso restricciones únicas a nuestro trabajo. Las resoluciones controvertidas se colocaron en calendarios de consentimiento donde no pertenecían. Se discutieron temas complejos y difíciles y se tomaron medidas en el contexto de una Convención mucho más corta. El tiempo de reflexión fue extremadamente limitado.
Estamos agradecidos por el ambiente de colegialidad de la Cámara de Obispos y por la forma colaborativa en que los obispos trabajaron en conjunto. Creemos que todos continúan buscando “un camino duradero para el florecimiento mutuo congruente con la política de esta Iglesia”, como se pide en el cargo dado a un Grupo de Trabajo renovado sobre la Comunión a Través de las Diferencias en esta Convención (Resolución 2018-A227; Resolución 2022-A056). Damos gracias a Dios por nuestros compañeros. Tenemos esperanza al mirar hacia el trabajo que tenemos por delante como obispos, con el cargo pastoral de velar por “la fe, unidad y disciplina de la Iglesia” (BCP, p. 419).
Nuestras preocupaciones se centran en el desafío de la revisión del Libro de Oración de los ritos matrimoniales, que probablemente se presentará en la Convención General del 2024. El Libro de Oración Común tiene un lugar único en nuestra identidad anglicana. Nuestra Constitución habla de “la Fe y el Orden históricos estipulados en el Libro de Oración Común” (Preámbulo). Más concretamente, los ordenados se comprometen a conformarse “a la doctrina, disciplina y culto de la Iglesia Episcopal” (BCP, 415, 428, 440). Un cambio en la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio, incluido en el Libro de Oración, plantea problemas extremadamente difíciles para los ordenandos y para los miembros de la Iglesia que defienden la enseñanza tradicional de que “el matrimonio cristiano es un pacto solemne y público entre un hombre y una mujer en la presencia de Dios” (BCP, 344).
Queda mucho trabajo por hacer y requerirá crear un camino a seguir. Se tiene que realizar una provisión canónica duradera para así poder acomodar a aquellos que defienden esta enseñanza. Además, la conmemoración del Libro de Oración Común de 1979 “asegurando su uso continuado” (Resolución 2018-A068) debería encontrar una expresión efectiva en nuestros cánones. Si vamos a ser una iglesia con una enseñanza diferenciada sobre el matrimonio, con libertad otorgada a nuestros miembros, la enseñanza tradicional de la iglesia deberá expresarse en liturgias, rúbricas y catecismos que sigan siendo autorizados por esta Iglesia y que estén disponibles gratuitamente para sus miembros y el uso litúrgico como expresión adecuada de su fe.
Junto con otros miembros de nuestra Iglesia, lamentamos los efectos duraderos del racismo, el colonialismo y el imperialismo en la vida del Cuerpo de Cristo. Al mismo tiempo, celebramos el afecto genuino que los miembros de la Iglesia tienen por el Libro de Oración Común. No vemos el Libro de Oración de la iglesia como un documento de opresión. En muchos lugares de la Comunión Anglicana, y en nuestra propia Iglesia, las iglesias auténticamente indígenas utilizan con alegría formularios litúrgicos formulados en el pasado, a menudo en lugares muy alejados. No se les puede acusar, con ninguna credibilidad, de perpetuar la opresión por usar el Libro de Oración tradicional.
Junto con otras preocupaciones, notamos la aprobación de una resolución sobre el aborto, defendiendo el acceso al aborto “sin restricción de movimiento, autonomía, tipo o tiempo” (Resolución 2022-D083), un ejemplo de una resolución controvertida llevada a la votación en la Convención sin suficiente preparación y contra la que hablamos y votamos. Estamos agradecidos, en la Cámara de Obispos, por el deseo expresado de una declaración política matizada que no simplemente aumente la polarización dentro de la Iglesia y dentro de la sociedad.
Como obispos en la Iglesia, seguimos poniendo nuestra esperanza en la misericordia de Dios, y en la muerte, la resurrección y la segunda venida en la gloria de Jesucristo nuestro Señor. Estamos llenos de esperanza al vivir nuestro llamado como cristianos a compartir la buena nueva. Esperamos nuestra participación en la Conferencia de Lambeth más adelante en el verano y la inspiración en la fe de otros colegas de todo el mundo. Seguimos alentando a los miembros de la Iglesia en la realización de sus ministerios en estos tiempos de desafío y esperanza.
El Rvmo. John C. Bauerschmidt
Obispo de Tennessee
El Rvmo. Gregory O. Brewer
Obispo de Florida Central
El Rvmo. Brian K. Burgess
Obispo de Springfield
El Rvmo. Francisco Duque-Gómez
Obispo de Colombia
El Rvmo. Fraser Lawton
Obispo Asistente de Dallas
El Rvmo. Moisés Quezada Mota
Obispo de la República Dominicana
El Rvmo. Juan Carlos Quiñones
Obispo de Ecuador Central
El Rvmo. David M. Reed
Obispo de West Texas
El Rvmo. Michael G. Smith
Obispo Asistente de Dallas y
Obispo Asistente de Albany
El Rvmo. George R. Sumner
Obispo de Dallas